domingo, 28 de diciembre de 2014

El impulso industrializador de España durante las años 60

El  período  entre  1959  y  1975  supuso  un  crecimiento  económico para España sin precedentes, al que contribuyeron una serie de factores favorables: la expansión generalizada de la economía capitalista, la llegada de capital extranjero, la instalación de grandes empresas multinacionales, etc. Al mismo tiempo, España recibía las divisas que aportaban turistas y emigrantes, con las que hizo frente a la compra de petróleo, a la importación de bienes industriales y a la nivelación de la balanza de pagos.

Durante esta época el estado puso en funcionamiento los planes de desarrollo y una política regional basada en los polos de desarrollo y promoción, entre los que destacaron los de Huelva, Córdoba, Granada o Burgos.
A pesar de que los planes de desarrollo no dieron los resultados previstos, se consiguieron objetivos muy importantes, el más notorio de los cuales, sin duda, fue que el PIB alcanzó un índice de crecimiento anual en torno al 7%.


Por todo ello, la industria española mejoró notablemente y alcanzó un alto grado de diversificación en su producción de bienes de equipo, de uso y de consumo, aunque siguió acusando los efectos negativos de la gran dependencia tecnológica, de las importaciones y de una inadecuada estructura empresarial.

El desarrollo industrial de los años 1960 se localizó en las regiones que tenían mayor tradición industrial y en sus áreas adyacentes, lo cual agravó los desequilibrios regionales. Se generó una dicotomía entre los tres espacios más industrializados (Cataluña, País Vasco y Madrid), que concentraron casi las tres cuartas partes de las inversiones multinacionales y del empleo recién creado, y, por otra parte, la Meseta, Galicia, Extremadura y Andalucía, que acusaron una pérdida de significación industrial.

El modelo industrial de la década de 1960 hizo que aumentaran las diferencias entre regiones ricas y pobres, lo que incidió en los procesos demográficos de emigración y de éxodo rural que vivió la población española y que vinieron a incrementar aún más los propios desequilibrios.


Al final del período, la industria española experimento una profunda crisis, al debido a sus deficiencias estructurales y de la dependencia energética. Por último, el encarecimiento de la energía, causado por la gran subida de los precios del petróleo en 1973, incrementó los costes de producción.

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