La Guerra Fría fue un enfrentamiento político,
económico, social, militar, informativo e incluso deportivo iniciado al
finalizar la Segunda Guerra Mundial, cuyo origen se suele situar en 1947,
durante las tensiones de la posguerra, y se prolongó hasta la disolución de la
Unión Soviética (inicio de la Perestroika en 1985, caída del muro de Berlín en
1989 y golpe de Estado en la URSS de 1991), entre los bloques
occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y el oriental-comunista
liderado por la Unión Soviética. Las razones de este enfrentamiento fueron
esencialmente ideológicas y políticas.
Durante este largo período hubo momentos en
los que la tensión fue evidente, la guerra parecía inminente y la situación
internacional era muy inestable.
Un rasgo importante de la guerra fría
fue el miedo colectivo a una guerra nuclear, que supondría la destrucción total
de la civilización. El período de entreguerras se caracterizó por un temor
constante al estallido de una nueva guerra; pero a partir de 1945 el miedo fue
más allá: la capacidad tecnológica y científica de los ejércitos amenazaba con
la aniquilación completa del género humano. La conciencia de que el inicio de
una guerra entre Estados Unidos y la URSS podría desembocar en un suicidio
colectivo contribuyó a evitar el enfrentamiento armado directo entre ambos
países.
La
estrategia de la guerra fría consistió básicamente en la contención del enemigo
en su área de influencia y en el mantenimiento de un equilibrio armamentístico
entre los dos bloques. Si el potencial militar de ambos bandos era equivalente,
se garantizaba la destrucción mútua en caso de conflicto, lo que servía como
elemento de disuasión: como ningún país podría obtener la victoria en una
contienda, ninguno la iniciaría. Cuando se sospechaba que el adversario lograba
la más mínima ventaja, geográfica (un país que cambiaba de bando o amenazaba
con hacerlo), estratégica (creación de nuevas bases militares en un punto u
otro del planeta) o tecnológica (nuevas armas o aumento de las existentes,
avances en la investigación espacial o en el campo de las comunicaciones), los servicios
de espionaje e inteligencia (defensa nacional) trataban de neutralizarla. Para
ello, o bien imitaban las ventajas del adversario, o bien incrementaban
vertiginosamente los gastos en armamento e investigación, con lo que la
desconfianza y el temor recíproco crecían.
Durante la guerra fría se produjeron
conflictos localizados generalmente en el inestable Tercer Mundo, en los que se
ensayaban las nuevas armas y se obtenían ventajas limitadas, y crisis
periódicas en las que EE UU y la URSS medían sus fuerzas.
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