sábado, 27 de diciembre de 2014

La guerra fría


      La Guerra Fría fue un enfrentamiento político, económico, social, militar, informativo e incluso deportivo iniciado al finalizar la Segunda Guerra Mundial, cuyo origen se suele situar en 1947, durante las tensiones de la posguerra, y se prolongó hasta la disolución de la Unión Soviética (inicio de la Perestroika en 1985, caída del muro de Berlín en 1989 y golpe de Estado en la URSS de 1991), entre los bloques occidental-capitalista liderado por Estados Unidos, y el oriental-comunista liderado por la Unión Soviética. Las razones de este enfrentamiento fueron esencialmente ideológicas y políticas.


 Durante este largo período hubo momentos en los que la tensión fue evidente, la guerra parecía inminente y la situación internacional era muy inestable.

 También hubo períodos de distensión, en los que no parecía existir peligro de guerra y la situación entre los dos bloques era lo bastante estable como para hablar de «coexistencia pacífica», por ejemplo, entre 1962 y 1975 y a partir de 1985.



 Un rasgo importante de la guerra fría fue el miedo colectivo a una guerra nuclear, que supondría la destrucción total de la civilización. El período de entreguerras se caracterizó por un temor constante al estallido de una nueva guerra; pero a partir de 1945 el miedo fue más allá: la capacidad tecnológica y científica de los ejércitos amenazaba con la aniquilación completa del género humano. La conciencia de que el inicio de una guerra entre Estados Unidos y la URSS podría desembocar en un suicidio colectivo contribuyó a evitar el enfrentamiento armado directo entre ambos países.
 La estrategia de la guerra fría consistió básicamente en la contención del enemigo en su área de influencia y en el mantenimiento de un equilibrio armamentístico entre los dos bloques. Si el potencial militar de ambos bandos era equivalente, se garantizaba la destrucción mútua en caso de conflicto, lo que servía como elemento de disuasión: como ningún país podría obtener la victoria en una contienda, ninguno la iniciaría. Cuando se sospechaba que el adversario lograba la más mínima ventaja, geográfica (un país que cambiaba de bando o amenazaba con hacerlo), estratégica (creación de nuevas bases militares en un punto u otro del planeta) o tecnológica (nuevas armas o aumento de las existentes, avances en la investigación espacial o en el campo de las comunicaciones), los servicios de espionaje e inteligencia (defensa nacional) trataban de neutralizarla. Para ello, o bien imitaban las ventajas del adversario, o bien incrementaban vertiginosamente los gastos en armamento e investigación, con lo que la desconfianza y el temor recíproco crecían.

Durante la guerra fría se produjeron conflictos localizados generalmente en el inestable Tercer Mundo, en los que se ensayaban las nuevas armas y se obtenían ventajas limitadas, y crisis periódicas en las que EE UU y la URSS medían sus fuerzas.

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